La epidemia de ébola en el África occidental está destruyendo vidas,
diezmando comunidades y dejando huérfanos a niños a un ritmo que no se
había visto desde las brutales guerras civiles de esa región que se
acabaron hace más de un decenio. En Liberia, el 60% de los mercados
están cerrados ahora; en Sierra Leona, sólo una quinta parte de los
10.000 pacientes de VIH que están en tratamientos antivirales siguen
recibiéndolos y el Gobierno de Guinea está comunicando un desfase
financiero de 220 millones de dólares (176 millones de euros) debido a
la crisis. Si no se contiene pronto el brote, la mayoría de los
beneficios económicos y sociales logrados desde que se restableció la
paz en Liberia y Sierra Leona y desde que se inició la transición
democrática de Guinea podrían perderse.
Los tres países siguen frágiles, divididos y, como pone de relieve la
crisis actual, excepcionalmente propensos a las sacudidas. En sentido
más amplio, la crisis actual de la región debe inspirar reflexiones
sobre el apoyo que el mundo da al desarrollo y lo hace avanzar.
Director de la Oficina Regional para África
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
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