30 diciembre 2014

'La tragedia del ébola era evitable'

El último martes de septiembre del año 1976 se desató la alerta en el laboratorio de Microbiología de Antwerp (Bélgica). Varias monjas belgas habían muerto de una desconocida enfermedad en Zaire y en un paquete llegaban las muestras de sangre, contenidas en un termo brillante y azul. Un microbiólogo novato llamado Peter Piot participó con otros dos compañeros de laboratorio en la apertura de la misteriosa botella. Sin guantes ni máscaras de protección, en un acto «increíblemente peligroso».
Treinta y ocho años después, con 65 a sus espaldas, Peter Piot recuerda como si fuera ayer el momento de su primer e insospechado contacto con lo que luego se llamaría el ébola (tomando aleatoriamente el nombre de un río que pasaba cerca de la aldea zaireña de Yambuku). El microbiólogo belga revive aquel encuentro en un apasionante libro, No time to lose (Sin tiempo que perder), que se lee como un auténtico thriller y que deja paso a la inesperada secuela vivida en 2014 por cuenta del enemigo del año.
Por Carlos Fresneda
Foto de Carlos García Pozo

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