La escena sucede en una noche de sábado a domingo en un pub de una
capital española. Un grupo de amigos/as comenta que “X” les ha dicho que
va a ir al noviciado de los jesuitas. Entre copa y copa se vierten
opiniones sobre el tema: unas más respetuosas, otras incluso groseras;
algunos no saben de qué va eso, otros simplemente manifiestan su
sorpresa. Y al final, alguien comenta: “Bueno, ya sabéis que “x” ha sido
siempre un “perdedor””… Y aquí concluye el tema: se ha pronunciado la
palabra maldita y condenatoria. Este no es país ni sociedad para
“perdedores”.
Evangelio de Lucas, capítulo 9, 24-25: “Quien quiera salvar su vida la
perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará. ¿Qué le aprovecha
al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra”. ¿Quién es el
perdedor, quién el ganador? ¿Qué es lo que se pierde, qué es lo que se
gana? Seguir a Jesús ¿es de ganadores o de perdedores?
Por Darío Mollá sj
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