No te asustes si te llamas Venancio, que para raros los Reyes Godos, y
no dejaron constancia de trauma alguno por llamarse Leovigildo o
Ataulfo. Nuestros nombres de pila han perdido el valor que tenían en la
cultura judía. Ahora usamos el lote de los habituales porque
eufónicamente funcionan, pero en tiempos de Jesús trascendían la mera
nominación de la persona llegando a la revelación de su ser. Que el
Bautista se llamara Juan, significaría el pórtico de su misión como la
‘voz’ del Maestro, quien sería la ‘Palabra’.
Por Javier Alonso
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