En 24 horas pudimos vivir las HH.
de la última probación y un grupo de la comunidad dos experiencias muy
distintas, pero ambas, expresión de nuestro seguimiento de Jesús.
El domingo por la tarde
fuimos invitadas a la fiesta del “Reservado”,
una tradición de 116 años en la que los seminaristas expresan con oración y
cantos de alabanza su amor y entrega a Jesús Eucaristíco, acompañados del
obispo, sacerdotes, familias y amigos. Participamos en el rezo de vísperas y la
procesión por los corredores del seminario, revestidos con preciosas alfombras
de serrín multicolor, hechas con todo mimo por los seminaristas; compartimos la
palabra y la mesa con jóvenes y mayores. Nos queda como el mejor manjar la
palabra del obispo: “Sólo servimos, si de
verdad servimos; y servimos de verdad cuando nos dejamos pisar, deshacer,
estropear como la alfombra, para que otros puedan pasar por nosotros en su
caminar por la vida hacia Jesús”.
Por la Comunidad de Burgos
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