El 16 de noviembre de 1989 el ejército salvadoreño asesinó
brutalmente a cinco jesuitas -Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio
Martín Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno, Joaquín López y López- la
mayoría profesores de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
de San Salvador (UCA) y a dos mujeres, Elba Ramos, empleada del hogar
y su hija Celina de 16 años. Después de 25 años podemos preguntarnos
por las causas y consecuencias de este histórico martirio salvadoreño.
En Medellín (1968) y Puebla (1979), los obispos latinoamericanos al releer el concilio Vaticano II
desde América Latina, decidieron optar por los pobres. En 1974, hace 40
años, la Compañía de Jesús, en su Congregación General 32 redefinió el
carisma ignaciano como el servicio a la promoción de la fe y la lucha
por la justicia, y lúcidamente advirtió que esta opción tendría su
costo, tendrían que pagar un precio. La Universidad Centroamericana
(UCA) desde sus orígenes se orientó no solo a formar profesionales sino a
orientarlos al servicio de los pobres del país y a la construcción de
una sociedad justa, fraterna y solidaria. En 1980 fue asesinado Mons. Romero, obispo de San Salvador, mientras celebraba la eucaristía, un pastor profeta al servicio de los pobres.
Por Víctor Codina
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