Desde la primavera pasada Luisa Sendón vive en el número 50 de la calle Galera. Allí, en la galería del bajo comercial que en su día acogió una zapatería, esta mujer de 55 años ha levantado su casa particular. Dividida con paredes de cartón, con un dormitorio y una suerte de sala de estar, le sirve de hogar hasta un próximo paso. «Mi ideal de vida no creo que sea estar en un apartamento de cartón. En cuanto pueda me iré de aquí», adelanta.
Presidida por varias plantas, cuadros pintados por ella misma y todo dentro de un cierto orden, su hogar ha llamado la atención de todos los viandantes. También de los vecinos. Con la mayoría mantiene buena relación. Algunos incluso le traen regalos. «Esta planta me la trajo una de ahí», dice señalando la de aloe vera. Otros le dejan ir al baño o ducharse. Y hay quien le trae libros para que pase el rato. Frente a ello, están «las malas personas». Luisa dice que por ellas la calle conlleva un gran desgaste psicológico. «Vienen aquí a descargar su miseria, haciendo comentarios, que si la vagabunda, que el agujero, que si los juguetes del gato tienen bichos...».
Presidida por varias plantas, cuadros pintados por ella misma y todo dentro de un cierto orden, su hogar ha llamado la atención de todos los viandantes. También de los vecinos. Con la mayoría mantiene buena relación. Algunos incluso le traen regalos. «Esta planta me la trajo una de ahí», dice señalando la de aloe vera. Otros le dejan ir al baño o ducharse. Y hay quien le trae libros para que pase el rato. Frente a ello, están «las malas personas». Luisa dice que por ellas la calle conlleva un gran desgaste psicológico. «Vienen aquí a descargar su miseria, haciendo comentarios, que si la vagabunda, que el agujero, que si los juguetes del gato tienen bichos...».
Por Javier Becerra
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