Si hay algo que preocupa, y mucho, a los obispos al hacer su visita ad limina a Roma, es la estadística de sus seminarios. Auténtico pavor. Es una de las amarguras más grandes que tienen que asumir los pastores. Pero sus naves no han sido enviadas a luchar contra los elementos y nadie duda de su esfuerzo por la pastoral vocacional. Otra cosa es si se está llevando a cabo la adecuada.
La edad media del clero diocesano se eleva a pasos agigantados. Hay sacerdotes con edad muy rebasada que siguen al pie del cañón en sus parroquias, pese a los achaques y el cansancio. Hay diócesis donde su edad media ya ha rebasado los 70 años y, en otras, pronto la alcanzarán.
Parroquias que tenían un solo cura se unen en unidades pastorales a otras y hoy se dice que una autovía, un coche y un móvil son verdaderos ayudantes pastorales. Se resiente el octavo sacramento, el de la presencia del sacerdote, y los fines de semana se convierten en auténticos maratones de sacramentos, con el problema que lleva consigo la actividad frenética.
La edad media del clero diocesano se eleva a pasos agigantados. Hay sacerdotes con edad muy rebasada que siguen al pie del cañón en sus parroquias, pese a los achaques y el cansancio. Hay diócesis donde su edad media ya ha rebasado los 70 años y, en otras, pronto la alcanzarán.
Parroquias que tenían un solo cura se unen en unidades pastorales a otras y hoy se dice que una autovía, un coche y un móvil son verdaderos ayudantes pastorales. Se resiente el octavo sacramento, el de la presencia del sacerdote, y los fines de semana se convierten en auténticos maratones de sacramentos, con el problema que lleva consigo la actividad frenética.
Por Juan Rubio
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