
¡El GPS nos guía hacia Mazagón. A su manera, mostrándonos todas las cualidades de Huelva capital y su polo químico pero nos guía. Menos mal que contábamos con las indicaciones de Marta. El viaje no se nos hace largo. En la casa el primer coche ya ha llegado hace una media hora. Don Víctor hace una llamada “¿Por dónde andáis, si habéis salido antes que nosotros? Bueno, os esperamos” Como en el Colegio la sabiduría y la experiencia prevalecen sobre la ilusión del que empieza. En ese coche va la delantera Stuka: Isi, Jorge, Domingo, Víctor y Esther. Casi nada.
Primeras dinámicas y comenzamos a compartir. Y compartimos de todo: ilusión, sentimientos, y cariño, mucho cariño por algo que entendemos que es más que un Colegio. Creo que la Madre Cándida se hubiera encontrado muy agusto entre nosotros, como los compañeros y compañeras que no pudieron venir y tanto se echaron de menos.
Quienes son nuestros pobres, dónde queda la figura del educador, cómo queremos educar.
Y seguimos compartiendo, ahora frente a un plato de pescaíto frito. Siempre alegres como quiere Madre Cándida. La sobremesa se alarga. Nadie se quiere acostar. Hablamos de nuestras alumnas y alumnos, de sus casas, de las nuestras y de qué pintamos en la sociedad que nos ha tocado vivir.
Tras el descanso reparador, vuelta a trabajar. Muchas gracias Leonardo por venir a oficiar con la de agua que está cayendo. Una sorpresa nos tenía guardada, viene con él un hermano de su comunidad con noventaytantos años. En las peticiones toma la palabra y nos envía como a los Apóstoles a evangelizar. Más señales de que no nos estamos equivocando.
Una idea final reforzada por los acontecimientos se repite en el Colegio cuando nos preguntan cómo nos ha ido. Juntos todo lo podemos, creemos en lo que hacemos y en Quien nos guía. La cercanía, el cariño por el más desfavorecido, nos definen en nuestro día a día.
La realidad nos hace aterrizar. Hay días que no sale el sol.
Juntos todo lo podemos.
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