Es la hora de enfrentarse al miedo, de mirarle de frente, cara a cara. Es la hora de asumir la realidad, de glorificar al Señor en la cruz. Y así, salir de uno mismo, de una misma. Porque andamos enredados en nuestras historias, nuestros papeles (tan importantes...), nuestras familias (tan necesarias...), nuestras comunidades, nuestros amigos, nuestros amiguismos. Andamos sobre la realidad pero no "en" la realidad. El miedo nos paraliza, nos anima a mirarnos el ombligo, a compadecernos, a lamentarnos por tantas cosas... Y mientras lloramos nuestras pérdidas, nuestras decepciones, mientras volvemos la vista a un tiempo ya pasado que nunca volverá, el mundo sigue girando, hombres y mujeres siguen llamándonos. ¿Acaso no oís sus voces hoy?Algo nuevo está surgiendo, algo nuevo está naciendo. Pongamos la mirada en el futuro asumiendo el presente con valentía. Porque es la hora de hablar, es la hora de salir de mí, es la hora de la humildad, es la hora de la confianza. Es la hora de la memoria y la contemplación. Es la hora...
Salgamos de los despachos, abramos las puertas de nuestros hogares, destaponemos los oídos, despidamos a los miedos, dejemos que entre el aire fresco, recreemos el carisma, hagamos NUEVA la VIDA NUEVA para saborearla y entregarla atendiendo a lo pequeño, los detalles, la acogida. Contagiemos el gozo de la resurrección de Cristo.
Que realmente Cristo RESUCITE mi vida, que resucite nuestras familias, que resucite nuestra Congregación. Que Cristo ponga en nuestro corazón el verdadero gozo, aquel que PERMANECE en cualquier circunstancia.
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